Además de un token local el bambú es una planta preciosa.
Asociada con los pandas, guarda siempre un componente exótico, que hace curiosidad el verla en nuestras costas cantábricas.
De color verde vivo, un brillo limpio de pátina natural y un sonido hueco de madera robusta, crece con frondoso vigor en la cala de Artzuportu, en pequeños grupos de cañaverales.
Me contaba Gari que al parecer, fueron traidas y plantadas por su longitud y vigor, para ser utilizadas en la pesca del atún.
Del apartado TRANSITORIEDAD DE LA VIDA pág 148 del libro.
«Los hechos que parecen robarle el sentido a la vida incluyen no sólo el sufrimiento o la angustia, sino también la muerte. Jamás me cansaré de repetir que el único aspecto verdaderamente transitorio de la vida es lo que en ella hay de potencial.
Ahora bien, lo potencial, al actualizarse, se convierte en realidad, se hace real.
Todo lo real se guarda y se archiva en el pasado, de donde se le rescata y se le preserva de la transitoriedad. Pues nada del pasado está irremediablemente perdido: todo se almacena en él irrevocablemente.
De lo dicho se desprende que la transitoriedad de nuestra existencia en modo alguno la vuelve carente de sentido; por el contrario, espolea nuestra responsabilidad si comprendemos que las posibilidades son esencialmente transitorias.
Es decir, de las múltiples posibilidades presentes en cada instante, es el hombre quien condena a algunas a no ser y rescata a otras para el ser. ¿De esas diversas posibilidades, cuál se convertirá, por la elección del hombre, en una acción imperecedera, en una «huella inmortal en la arena del tiempo»? En todo momento el hombre debe decidir, para bien o para mal, cuál será el monumento de su existencia.
Con frecuencia el hombre sólo observa la rastrojera de lo transitorio y pasa por alto el fruto ya granado del pasado, donde han quedado cincelados los valores, todos su gozos y sufrimientos. De ahí, el hombre puede recuperar las acciones de su pasado. Nada puede deshacerse y nada puede volverse a hacer. Haber sido es la forma más segura de ser.»
No puedo evitar el paralelismo con la blockchain, en el que un algoritmo matemático actuando en el papel del tiempo, acuña un hash en un bloque, un eslabón inmutable e identificabe, encriptado y anónimo para muchos, pero accesible y compartido por todos.
La pregunta que flota en el aire es ¿centralizado o descentralizado?
Si on s’en allait tout là haut Si on prenait de la hauteur Tu verrais que le monde est beau, beau
Si on allait chiner l’écho Qui guérit les peines et les peurs Peut-être trouveras tu les mots, les mots
Au delà des fourbes apparences Derrières nos loups de circonstance Sous nos masque cousus d’espérance Se cachent les fêlures de l’enfance, de l’enfance
L’air de rien, on n’est pas mal tout là haut On goûte aux étoiles tout là haut On oublie nos certitudes On chérit la solitude À faire une escale tout là haut À nourrir le calme tout là haut On ne joue plus d’artifice On sait pourquoi on existe Enfin, allez viens…
Si on s’en allait tout là haut Pour mieux s’imprégner des couleurs Saurions nous faire taire notre égo, oh
À démêler le vrai du faux À chercher en nous le meilleur Libre comme le cœur des oiseaux, là haut
Au delà des fausses apparences Dans nos cailloux d’adolescence Sous nos masque teintés d’insouciance Sommeillent les blessures de l’enfance, de l’enfance
L’air de rien, on n’est pas mal tout là haut On goûte aux étoiles tout là haut On oublie nos certitudes On chérit la solitude À faire une escale tout là haut À nourrir le calme tout là haut On ne joue plus d’artifice On sait pourquoi on résiste Enfin, allez viens, allez viens Allez viens Allez viens Allez viens
Si on s’en allait tout là haut Pour mieux se parer de douceur Tu verrais tout d’un oeil nouveau Si on ressortait nos pinceaux Pour dessiner à bras le cœur Les contours de nos idéaux, là-haut
Au delà des sottes apparences Dans le sillon de l’existence Sous nos masques cousus d’espérance Charrient les brûlures de l’enfance, de l’enfance
L’air de rien, on n’est pas mal tout là haut On goûte aux étoiles tout là haut On oublie nos certitudes On chérit la solitude A faire une escale tout là haut A nourrir le calme tout là haut On ne joue plus d’artifice On sait pourquoi on existe
Libres, no estamos mal allá arriba, Saboreamos las estrellas allá arriba, Olvidamos las certezas, Valoramos la soledad, Para hacer escala allá arriba, Para retirar el velo allá arriba, No nos hacemos más trampas, Sabemos porqué resistimos, Bueno, vamos, vamos, Vamos ven, Vamos ven, Vamos ven,
Leo recientemente un artículo recomendado por mi querido amigo Jacobo. En el se dice…
«Tengo para mí la intuición de que el cuidado emerge como una conjetura audaz en estos momentos de nuestra historia como especie humana. Tanto dolor, tanto desgarro y tanta violencia ya no tienen cabida en esta tierra. Una de las traducciones educativas en este tiempo de agitación y agresión es la contemplación de que el cuidado nace del vínculo de lo vivo con todo lo vivo. Por eso el cuidado es esencialmente noviolento, porque trata de preservar los vínculos y de luchar por la vida. El cuidado es contemplación y lucha; presencia y anticipación. Y, por ello, el cuidado ama la paz y cree en ella. No nos extraña, pues, que tanto el cuidado como la paz choquen de frente con el presupuesto cultural que en pocas semanas se ha agigantado entre nosotros: si quieres la paz, prepara la guerra.
Si somos capaces de mirar más allá de lo inmediato podremos atisbar que el cuidado aparece no solo como fuente interior sino como conjetura audaz que ha de presidir el desarrollo de la humanidad en adelante. Este desafío de civilización llama a las puertas de nuestras organizaciones y zarandea nuestra vocación docente. Lejos de un pacifismo descomprometido, el cuidado es un arma pacífica cargada de futuro, como la poesía de Celaya, la valentía de Etty Hillesum o la audacia pastoral del papa Francisco. Como educadores hemos de dar contenido a esa conjetura en miniatura para que se convierta en práctica personal y colectiva. Hasta que el cuidado se haga costumbre.»
García Campayo lo llama «compasión» en su «Nuevo Manual Práctico» sobre Mindfulness, en una forma de cuidado indulgente y sin juicio hacia uno mismo y el resto.
Xavier Marcet, en su libro «Crecer haciendo Crecer» lo lleva al mundo de la empresa con la archiconocida «empatía», sujeta a resultados y bañada por el servicio al equipo y la empresa, como fórmula de management.
Advierto detrás de estas corrientes humanistas ciertos aspectos ligados a las partes interesadas y el análisis del riesgo central en la gestión; aspectos circulares y responsables ligados a la sostenibilidad en los recursos, entorno y sociedad; aspectos que buscan el bien común de Felberg en su defensa de las economías que protegen valores.
«Como educadores hemos de dar contenido a esa conjetura en miniatura para que se convierta en práctica personal y colectiva. Hasta que el cuidado se haga costumbre.»
Se atribuye a Mario Benedetti, pero no aparece en ninguno de sus libros. Quizá como se publica en internet es de un autor nada conocido llamado Guillermo Mayer y de origen argentino (Puerto Madryn, Patagonia). En cualquier caso, gracias por su fuerza y belleza.
Asistí recientemente a una conferencia en la que por segunda vez en unas semanas, confirmaban la noticia de la inversión de NIKE en una empresa de producción de ropa deportiva para avatares. Para vestirse en el metaverso, vamos.
El caso es que se despertó en mi cierta curiosidad y con ella sentí el fresco de la desnudez de aquel Edén, sin sudaderas ni calzones de Nike y le pregunté a San Google. Me guió hasta un listado de aplicaciones entre las que, por valoración, número de descargas y cierta intuición (además de tres instalaciones y dos desinstalaciones) encontré una aplicación llamada Voilà.